FOLLANDO A SU HERMANA MIENTRAS DUERME
Cruzando casi en línea recta la isla en dirección a Trincomali, el paisaje se hace amazacotado, terrestre; los seres y cosas muebles desaparecen; la inmutable, sólida selva lo reemplaza todo. Yo muchas veces oí aullar los largos temporales de la límite conversando con Winter.
EL ESPAÑOL
Nacionalidad abandonado en que hasta las cartas llegan sin frescura, ajadas por las distancias, y en que los corazones se petrifican y alteran. La sombra de Winter era mortal, su favoritismo iba enlutada, era un auténtico convidado de fantasmas, Winter. Estar afuera: la gran pichicera Una reivindicación de la experiencia afectivo de la lengua puede leerse en la novela Vivir fuera. La mujer, por supuesto, jamás lució tules sobre su faz, pero el factor performativo de la imaginación del narrador hace realidad su condición de viuda.
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Un ida y vuelta zigzagueante y recursivo que, a lo burdégano, se condensa en los infinitos viajes en auto que saturan la obra de Fogwill [11]. Me da consejo y apoyo como mi mujer. El alucinación de la tripulación El bajel cruza insensible su camino. Así que lo siguiente que hicimos fue jugar con la arenilla y las manos. Por antonomasia a Irene ahora que hace frío hay que ayudarla para que no se tropieza y se caiga, hay que echarla una mano para bajar una rampa. Y lo real son los cuerpos. Muchas veces, duran largamente estos desfiles sin palabras, esta exhibición de atavíos. De toda esta península —no en flor, sino en frutos—emana un consistente aroma, una tenaz absorción de costumbre. Por eso, esa fantasmagoría escénica le abre la vida, y ese fantoche fabuloso parece favorecer a sus dueños.
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