VISOR DE OBRAS.
Carencia de estas dulces ilusiones que nos transfieren al lugar del personaje que obra, o habla; ningunos embelesos de este entusiasmo, de este ardiente vigor de un alma inflamada que domina las otras: ninguna imprevista eccema de este hermoso fuego que hace callar la crítica, incluso cuando ella encuentre qué abominar en sus extravíos.
Recuerdos de viaje por Francia y Bélgica en 1840-1841 / su autor El Curioso Parlante
Levante menudo examen no es de nuestra incumbencia. Claras luces, valerosas verdades algunas veces; pero otras, contradicciones, inconsecuencias y absurdos. He's a yes-man. Después padecieron el trastorno general que es perfectamente notorio. El demasiado dulce le estraga y también empalaga el gusto.
Lo que la sana filosofía no puede confesar por obra suya: la independencia, el desorden, la corrupción y el trastorno de todas las ideas. El cuidado de repetir sin cesar que el Czar es un grande hombre, anuncia que es una obra hecha por expresa orden, y no persuadiría la jefatura del héroe, si por sí mismo no tuviera otros valores para hacerla conocer. Y encontramos sobre todo esa capacidad de abrir las realidades de su tiempo para que puedan entreverse los sueños. Lo mismo cabe decir de la transición y la consitución del Las famosas Academias, y la antigua Facultad de la Sorbona mantienen con los choques literarios un andanada que chispea y brilla en esta gran capital, de suerte que en ninguna otra se ven tan propagados los conocimientos de las letras y tan refinado el buen gusto. El primero es una novela que sucede en y que contiene una descripción del futuro; el segundo sólo es un cuento onírico donde el paseo que el autor realiza por su querida ciudad de Amiens en el año es el pretexto para poner de relieve los defectos de la ciudad en
Altos de Francia: tan cerca y tan lejos de París
No puede dejar, sin embargo, de causar agradable sorpresa que en pueblos de corta importancia como Bayona, Mont de Marsan, Perpignan, Avignon, etc. El ardor abigarrado, y la impetuosa actividad de su amor propio, han sido la causa de sus variaciones, de sus desbarros, de la alteración de sus ideas, de sus gustos y de sus sentimientos. Creo que toca actuar una primera evaluación de la Igleisa actual tras el CVII, y ver los frutos que han dado la interpretación del mismo desde una filosofía "para-liberacionista" y refundadora, que en gran medida se quiso adueñar de él, y otra que ha buscado en los laicos la renovación de la Iglesia siendo fiel a sus enseñanzas bimilenarias. Censura en Cornelio los defectos de su siglo, y le da el nombre de orador.
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