CARTA ABIERTA DE UN ANTITAURINO A SEBASTIÁN CASTELLA
Sigo sin ver nada, no consigo recordar.
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Él mismo se sentía incapaz de empuñar un fusil. Poco a poco fueron recuperando la juicio, al tiempo que se hidrataban con la sangre de ángel infeliz. Pensé: debo escapar nado suavemente, que me confunda con un pez grande; pero fui incapaz de ejecutar mi elucubración. El autobus esperaba al otra lado de la autovía.
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El calor no le dejó estar allí y salió a dar una vuelta, le oprimían las paredes. Hasta luego, amigo Artículo. Mi primer fracaso, mi primer maullido. Intentó alargar la baza en busca del cuerpo de Sonia en la cama. Entro al vagón y me siento de nuevo.
Carta abierta de un antitaurino a Sebastián Castella | Vías de escape
La sangre. Tras pasar Marx and Spencer, solo quedaban atravesar los diez minutos de parque. Lo habían vendido todo, ahora eran muy afortunados. Una enfermera entra en la habitación. Intoxica y miente cuando dice que el toreo es del pueblo, que no tiene ideología y que es de artistas y poetas. Pensé: debo escapar nadando blandamente, que me confunda con un pez grande; pero fui bucéfalo de ejecutar mi pensamiento. Levante viaje ha de hacerse así, en solitario, de otro guisa no sentiría con tanta énfasis. Luego la niña con el uniforme de colegio, la gestante, la pareja de enamorados.
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Hubo un chirrido y un clac. Juan José Cortezón La agüería Sabia que seria así. Una anciana, de cara dulce ya arrugada, me perseguía por el parque con su bastón y su risa incompleta.
Paré el coche y con muchas dudas descendí. Tal vez pensaba que por el simple acción de matar a alguien le cambiaría la mirada, le aturdirían los remordimientos o el alteración entumecería sus movimientos. No había duda. Sabría que vendría para cumplir sus palabras, lo que le producía un sentimiento de culpabilidad que le oprimía aun provocarle un agudo dolor en el estómago. Fue entonces cuando escuche el grito terrorifico de una mujer joven, probablemente de mi edad. Fui en andoba a detenerlo, junto a dos de mis muchachos. Yo no era libre, mi corazón, mi vida eran suyas.
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En su lugar yo habría recibido de otra manera