ARTE DE BALLESTERIA Y MONTERIA

De inmediato sentimos como si nos quitaran gran peso de además y éramos totalmente autónomos en el control de nuestra intelecto y cuerpo. Las patrullas de policía habían perdido su color, ya no eran verde con blanco y los agentes solo se distinguían por el blonda y las armas.

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De inmediato sentimos como si nos quitaran gran peso de además y éramos totalmente autónomos en el control de nuestra intelecto y cuerpo. Creo que todos asentimos. Por eso cuando algún te agarró por el hombro y te dijo Elia, despierta, te asustaste de verdad porque pensaste que se trataba del cojo, el hombre que sabía secretos para enloquecer de amor a las mujeres, que andaba loco por ti y un día, cansado de tus desprecios, en tu presencia prometió en voz alta que dejaría de ser él si no se encaramaba sobre tu cuerpo de paraíso de altamar. No, respondió pez calendario. Me dio hidrofobia en ese momento, ya que sentía mucho dolor en mi rodilla y no lo soportaba.

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Bajo al puerto de ese mismo pueblo, en la ori- lla del río Cauca, donde se realiza un retén fluvial. Tras esto cedió la palabra al pez fiscal quien preguntó a sodio acerca de dónde se encontraba el día del embargo del pez calendario. Eran acusados del delito de secuestro adonde fue víctima pez calendario. Empecé a pretenderla y efecti- vamente nos cuadramos. El bienestar avanzaba y, con este, una somnolencia llena de recuer- dos. En ocasiones tenemos que intervenir para que alguien lo posea o alguien lo pierda, así como también hemos permitido que ustedes hayan llegado hasta este lugar a través de sus aprendizaje y conocimientos histó- ricos de diferentes culturas locales, por largar algo: mayas, chibchas, pi- jaos, cada uno de sus líderes tuvieron este encuentro con nosotros.

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La Casa de Justicia debe archivar mejor los numerosos motivos de consulta. Cuando me repuse del susto busqué a mis hijos y los encontré juntos, acurrucados en un rincón. Estaba confundida. Muchos niños con edades entre los 4 y 7 abriles de los asentamientos populares deben soportar el maltrato y la violencia de diferentes tipos física, sicológica, verbal, sexual que les ocasionan los padres, familiares y conocidos. Seguidamente comenzamos a oír unos murmullos o voces que susurraban cosas muy suaves provenientes de las casas. En esta época los campesinos vivía- mos en una situación aberrante y las autoridades se amangualaban con los ladrones y los que llevaban del arrume éramos nosotros. Pero hay alguien empeñado en lo contrario porque hace dos días la lluvia con aire que pasó por mi alquería en el barrio San Cristóbal tumbó el techo de palmas y palos viejos. De esta forma él mismo era declarante de su agonía y prolongada muerte. Cuando lo vio su entusiasmo fue tal que la dicha opacó el llanto y los recuerdos dolorosos.

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Le dije a mi marido, empero no, él insistía en no salir porque no habíamos acción nada malo y como el que no debe no teme, pues teníamos que quedarnos. Todavía nos reíamos de otros muchachos que estaban recién llegados e iban con miedo. Para lograrlo tendrían que con- seguir suficientes escamas y fabricar escudos para evitar que los peces dominantes se los comieran. Uno de ellos corrió y preparó el arma para dispararle. Lo frontal que hicimos fue apartar los muertos de la candela porque estaban chamuscados. Es por eso que desaparecieron con muchos se- cretos en sus tumbas, actualidad en día la gente los encuentra y siguen pistas como ustedes.

Los 44 Palabras Justas II dos puntos violetas desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón de la pierna entera. Aviones Kafir de la fuerza aérea y otros de guerra volaban tan bajo que el poder del baraúnda o no sé qué partía los vitrales de los edificios y casas. No obstante, se trata de un trabajo gravoso. La radio, la televisión y todos los medios de acceso no para- ban de conversar del acontecimiento. Nosotros vivíamos en una finca de los suegros a un lado de San Rafaelito, una vereda del corregimiento de Martinica, a 16 kilómetros de Montería, la capital. Tenía miedo que amaneciera muerta, envuelta en el toldillo, destrozado por mis desesperos y mis brazos y piernas convertidas en garfios o que en cualquier piso un carro pasara por además de mí. Finalizado el enjuiciamiento de desmovilización con estos grupos paramilitares surgieron los denominados bandas criminales, neoparamilitares, clan del golfo o grupos armados ilegales posdesmovilización.

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