ADICTA A LOS RABOS DE ÁFRICA E ENTAI

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Amparo sigue con dolor de abdomen. Me quedo petrificado. A través de las ventanas del riurau de los Orts, atisbo movimientos de personas que nunca lograré ver: limpiadoras, jefes de nutrición, los que alzan en el aire esta magnífica vivienda. Todavía me incomoda la exactitud de su memoria. La condesa, en tan decisivos momentos, olvidando el miedo, sólo pensaba en Ivona ultrajada, mancillada, llevada por el oficial a su pabellón como una mujerzuela, después de que la hubiese arrebatado al cadalso. Mis amigas rabiaban por no tener otro Clown. Poco tintineante: —Eres una perra traidora y una pata mareada. Fanny, cándido, me sonríe.

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A la niña le brillan los ojos. Una fiera suelta que puede acabar con nosotros, y acaso con el mundo. Cegué, y arremetiendo contra el bruno, le di tal soba, que volvió en sí llorando y gimiendo que le asesinaban. Acuarela me sujeta la frente entretanto vomito. Acordóse de que por descuido o transigencia le habían dejado desatadas las manos. Después le haremos una visita. Que hagan juntos los deberes, que jueguen a oscuras en una habitación, que se enamoren de la misma persona. Y de seguro el lance ocurriría en el campo, lejos; habría que pisar barro y marcar bruma

El interés de esta obra radica no sólo en su representatividad como objeto duchampiano, un reade mady rectificado, sino sobre todo por su significación lingüística. En este caso es evidente que Érica es la hermana cacatúa. Fanny me explica: —Es un lenguaje secreto. Emití un diagnóstico de prudencia, indicando que convendría, o llevar numerosa y perfectamente armada escolta, o renunciar al proyecto. Fanny, desoyendo los gritos de Érica, me advierte: —Acuérdate del anillo. Al regresar de la embajada, la víspera de la excursión, llamo al bravo de Benito, y le doy órdenes y las llaves, y le encargo repetidamente que al rayar el día tenga mi caballo ensillado y preparadas mis armas, y me despierte ya sea a trompicones; hecho lo cual me adormezco pensando en Eva. Me sonrojo lo que se me ocurre, las amenazas, las injurias, las barbaridades que suben a mis labios.

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Es el caso que en una fonda magnífica de Florencia había yo visto, por espacio de pocas horas, a una hermosísima inglesa, la cual grabó en mi espíritu una impresión que no habían conseguido borrar el tiempo ni la distancia. Levante despachó el café, frío como hielo, se arrolló el bufanda, se enfundó en el anorak, agarró la caja de los instrumentos y bajó gruñendo y tiritando. Perfecto, sólo Dios. Empero un brazo no es un alma. Películas de barcos al abordaje, gladiadores y soldados de la segunda guerra mundial.

Cuentos dramáticos / Emilia Pardo Bazán

El voto de Rosiña Si hay luchas electorales reñidas y encarnizadas, ninguna como la que presenció en el memorable año de La juventud ve delante de sí tantas esperanzas, que no quiere mirar al dolor tampoco apiadarse del daño que aturdidamente ocasiona Veo la dimensión de su melladura. De día me seguía paso a paso; de noche dormía travesado en el umbral de mi puerta.

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