ROL FANTASY “Ψ^W^Ψ

El Apache, Quill, que se presentó ante ella tenía tres espíritus, y una muy, muy mala actitud. Kumiko, que siempre había sido silenciosa como un alergia, solía agradecer esa habilidad que tenía para escurrirse sin anatomía notada.

・Rol Play Aмιno・

Ya por el hecho de anatomía mujer no creía que tuviera el derecho de ser Shaman King; era machista y estaba determinado a hacerle imposible ganar. Eso me ha dejado una línea roja y fina que queda disimulada por los surcos naturales de mi piel en esa zona. Hoy día hay algunas geishas que siguen cumplie esta tradición. Con el caminar seguro y lleno de ego de superioridad que sin estar consciente de ello había aprendido a lo largo de sus 16 años de vida, y que era característico de las personas que tienen al globo en su mano, avanzó sola hasta la habitación de su abuela. Inari y Kumiko estaban cansados, frustrados y profundamente irritados con el personaje que tenían en frente. Muy a su manera estaba inquieto por la batalla que venía, y probablemente estaba nervioso por lo que le podría pasar a su Shaman si algo no salía bien.

Otro punto clave de nuestro maquillaje se da en la gollete, donde utilizan una plantilla como guía para realizar un gráfico dejando un trozo de nuestra piel sin maquillar para que realce como un punto amatorio pero como todo en mi mundo se ha de actuar dos divisiones: el Makeup de maikos y el de geikos. Kumiko entornó los ojos molesta, no por el hecho de que el hombre se negara a moverse -Cosa que época nueva para ella, tan acostumbrada que estaba a que todos se apartaran de su acceso tan sólo al verla- tampoco por la apariencia desaliñada tampoco por los aires de suficiencia que se echaba. Una tiempo terminados todo esto y de regreso a la okiya, comienzo mi transformación de oruga a mariposa, de persona normal a geisha, la cual lleva horas, consumiendo casi toda mi tarde y participan en ellas varias personas. No había visto a su abuela desde el domingo en la mañana, cuando la encontró debilitada en una solitaria cama del hospital de su familia. Kumiko Hisui no había salido de la crítica de sus padres para entrar en la crítica de un macho que bien podría ser un asesino en serie analfabeto. Se estaba quebrando. Allí las shikomi las alumnas llevamos un consecuente, como el resto de estudiantes de mi país, consistente en un kimono tradicional muy simple llamados komon y unos zapatos llamados zorris, que son una sandalias altas lacadas que todavía representa la tradición de Japón.

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Justamente comparada con Tokio, su andurrial de toda la vida, esta ciudad se le antojaba bastante pequeña, casi como un pueblo. El confiaba en ella, empero el verla ansiosa como jamás antes le hacía dudar. Sentía la soberbia Hisui que no sabía que poseía burbujeando en estado de ebullición en el interior de su pecho. Antiguamente de que esto pudiera actuar, las geishas se terminaban tiñendo los dientes de negro para evitar que se vieran amarillos en contraste con el maquillaje y así hacer efecto de que los dientes se fundían con el interior de la boca. Hoy día hay algunas geishas que siguen cumplie esta tradición. Kumiko Hisui no había salido de la crítica de sus padres para entrar en la crítica de un macho que bien podría ser un asesino en serie analfabeto.

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De vuelta a la okiya vuelvo a vestir la ropa corriente que no me hace recobrar respecto al resto de la gente. Pero esta vez fue distinto. Pasado esta etapa lucimos lo que llamamos ofuku, que cambia el kanoko por el chirimen-teregami, es una cinta triangular de cualquier color que no sea rojo, que se lleva en la parte de arriba del moño y simbolizaba que la maiko había pasado el mizuage, aunque hoy en fecha esto se realiza a los tres años como maiko, alternativo de que seas virgen o no lo seas o de cuando dejes de serlo y permanezcamos con este peinado aun que encontramos un danna. Para empezar, las maikos utilizamos el nagajuban siempre de un rojo muy vivo y llamativo y con estampados primaverales para enfatizar nuestra juventud. Para terminar nos colocamos unos calcetines de seda blanca hechos a medida llamados tobis, que encajan perfectamente en nuestros pies y, que aun, tiene la forma de nuestros dedos.

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