ESCORTS CON WHATSAPP EN VALENCIA

Lo dejó claro en uno de sus primeros mensajes: "No te enamores porque vas a estar jodido". Es una herramienta que se hace indispensable en mi condición: un estudiante soltero que viaja a un país advenedizo, donde conoce poca gente.

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Esta misma semana, con muchos titulares de prensa para la lid "Tinder ama a Kin Jong-Un, era uno de ellos" , la aplicación, que empezó a funcionar en EEUU en , se ha situado en el foco de una polémica ecuménico. Y ahí estaba yo, hablando alguna noche con Carolina, que sin haberme visto antes, me enviaba fotos desnuda por WhatsApp y audios de su berrido chillona gimiendo. Vi los rizos rojos de María salir del cuarto. Yo, que soy un poco obstinado y terco, quise saber la razón: un lío sentimental con el ex galán. Mi primera cita fue en marzo del año pasado, la misma noche que desapareció el vuelo de Malaysia Airlines -como presagio de lo perdido que iba a estar yo con el uso desmedido de la aplicación-.

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Vivía de dar clases a empresarios en Madrid y estaba aburrida de tener encuentros furtivos, aun con sus alumnos. De estela me dejó un like que publiqué en una foto de Facebook, que fue le fue correspondido en alguna foto suya. Ella hablaba de cómo, a sus 32 años, había fundado una empresa de asesoría medioambiental; y yo le contaba de mis futuros planes de alucinar a Madrid para cambiar de rumbo. Desde Tinder, informan que reciben "centenares de casos de éxito", parejas que siguen juntas. Me presentó como un arrapiezo colombiano al que había conocido esa tarde, cuando fue a la oficina de correos a entregar unas tarjetas navideñas para enviarles a sus familiares en México. A las Poco así como Molly, de Manchester Inglaterra.

No ha sucedido. Otros perfiles, aun, especificaban que buscaban compañero de piso. Después de dos cervezas en un bar cercano al Metro de Ópera y de comprar un vino madrileño en un chino a media confusión fuimos a mi piso. Y empecé. Nunca volví a admirar a María. En la banco de trabajo seguían las latas de Mahou y los preservativos. Era un viernes cerca a la medianoche cuando empezó la conversación en Tinder.

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